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Manos levantadas

Problemas sociales de la escolaridad

Bullying o acoso escolar

Escrito por los profesionales de INM - Derechos de contenido e imágenes reservados.

Definición

El bullying o acoso escolar es un fenómeno grupal a través del cual un niño (o grupo de niños) agrede a otro niño de menor posición de poder de manera reiterativa e intencional.

La agresión puede ser física, verbal, psicológica y/o social. Necesariamente tiene que haber intención de reiteración, pues de lo contrario no se consideraría un acoso sino una agresión aislada. Así mismo, debe estar presente una relación de poder que le imprima al agresor un estado de superioridad frente a la víctima. Esta superioridad puede ser física, económica, intelectual, social o de otro tipo.

El grupo escolar como actor “involuntario” del bullying

Para que el bullying se mantenga y tenga impacto, además del agresor y de la víctima, deben existir espectadores que representen, finalmente, los jueces que terminarán valorando el acoso como aceptable o inaceptable en el grupo escolar. Algunos niños serán indiferentes al maltrato, otros lo desaprobarán, pero no harán notar su desacuerdo por miedo o para no ser expulsados del grupo de poder, otros niños harán notar su fastidio con el acoso y hasta podrían defender a la víctima, mientras que un grupo celebrará y hasta podría participar del acoso de forma tangencial. Para que el bullying sobreviva, es necesario que predomine el grupo que aprueba o celebra el acoso respecto el que lo enfrenta. Si el agresor carece de espectadores entonces su rutina pierde fuerza y sentido y termina diluyéndose.

La importancia de lo antes mencionado radica principalmente en que se puede prevenir la aparición del bullying tomando medidas a nivel grupal, implantando valores en el dinamismo de las interacciones de los niños e incentivando la comunicación abierta. Si apareciera un agresor, es menos probable que sus actos sean celebrados por el resto de los compañeros.

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Papel de la víctima en el acoso escolar

El niño que sufre de acoso escolar generalmente no protesta como consecuencia que tiene sentimiento de culpa. Justifica el acoso que recibe por alguna falencia real o imaginara de la que se siente responsable. Tiene vergüenza de que los demás se enteren de esta falencia y, así mismo, siente pudor de que las personas de su entorno tomen conciencia que otros niños abusan de él, sin que pueda defenderse. Puede suceder, también, que el agresor amenace directamente a la víctima para que no comunique del abuso. Por lo anteriormente mencionado, es una constante que la víctima tienda a silenciar el abuso al que está siendo sometido.

Debido a que el niño que es víctima de bullying no suele expresar su problema, es frecuente que el acoso se detecte luego de meses de su aparición, a menos que los padres estén atentos a algunos signos indirectos que sugieran maltrato. Entre estos, los más frecuentes son cambios del apetito, síntomas somáticos como dolor de cabeza o dolor de abdomen, cambios en su ritmo de sueño, disminución en el entusiasmo por ir a la escuela, o pudiera comenzar a tener algunas pertenencias como cuadernos o libros rotos o garabateados o con otros signos de violencia.

Papel del agresor en el bullying

El niño que acosa suele presentar dificultades para expresar de manera asertiva y empática sus preocupaciones y frustraciones. No es raro que los padres no representen modelos a seguir y la figura paterna o materna no esté claramente definida. Se debe considerar que el niño acosador también necesita ayuda terapéutica y no debería ser señalado acusadoramente. Es indispensable darle conocimiento de la situación a los padres del acosador a fin de iniciar las consultas correspondientes. Es probable que la autoestima del agresor también esté afectada y que se requieran los actos de acoso para paliar dicha falencia.

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Manejo del bullying o acoso escolar

El bullying requiere un manejo amplio y su enfoque debe ser esencialmente preventivo. Los aspectos psicopedagógicos implican el desarrollo de normas sanas de convivencia grupal entre los alumnos y fomentar la confianza y la comunicación recíproca entre alumnos y docentes, entre docentes y padres, y entre los padres y sus hijos. Es esencial que los maestros y los padres sean modelos a seguir y que estén emocionalmente cerca de los niños para que estos sientan apertura de transmitir sus dudas y temores. De la misma forma, los padres y docentes deben estar alertas a los signos que sugieran la presencia de bullying para poder intervenir oportunamente.

Tanto la víctima como el acosador requieren ayuda en el bullying escolar. Los padres de ambas familias deben entender que los niños no son culpables ni inocentes, sino que se trata de un fenómeno social que no etiqueta al niño como malo ni bueno. Un niño acosador, en otros aspectos, sin duda, se mostrará solidario y benevolente. Así mismo, fuera del grupo escolar donde se desarrolla el acoso, seguramente tendrá un comportamiento sin mayores contratiempos. En las evaluaciones psicológicas, lo más importante es detectar signos de frustración reprimida para enseñarle al niño agresor cómo canalizar dichos sentimientos hacia conductas menos disfuncionales que la violencia. Respecto al niño que es víctima del bullying, se debe mejorar su autoestima y se le debe enseñar que ningún factor justifica recibir violencia, para que no tema comunicar a sus padres o docentes cuando se sienta víctima de abuso. Esta comunicación ayudará a mostrarle, en situaciones específicas, cómo debe interpretar la situación con la menor cantidad de sesgos posibles y sin generar conductas evitativas disfuncionales. Si las conductas violentas son reiterativas y es inevitable separar a los niños, lo cual debería ser el último de los recursos, el niño que debería ser desplazo sería el agresor y no la víctima.

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Conclusiones para el paciente:

1. El bullying o acoso escolar es un problema social en el que no solo intevienen el agresor y la víctima, sino también el grupo de compañeros, los docentes y la familia. 

2. Para que el bullying sea considerado como tal, debe existir reiteración del acto violento, intencionalidad y una mayor posición de poder de parte del agresor.

3. El agresor suele mostrar conductas violentas que son el resultado de conflictos reprimidos.

4. La víctima suele mostrar sentimientos de culpa y vergüenza de la situación de acoso, por lo que silencia y hasta justifica lo que le sucede.

5. Tanto la víctima como el agresor requieren manejo psicoterapéutico en el acoso escolar.

Escrito por los profesionales de INM. Derechos reservados.

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